sábado, 30 de enero de 2021

El profesor de Persa

 ¡Quiero salvar mi vida!. Encuentro un camino inesperado,  cambiando mi bocadillo por un libro...que me salva la vida... de momento.

Construyo un mundo ficticio de 2.800 palabras, basadas en 2.800 personas reales, pero estoy cansado de sentir miedo.

Veo por una ventana el sufrimiento humano y me conmueve el amor fraterno.

Vuelvo a facilitar alimento y conozco la promesa de un hijo a su madre. 


Visito una iglesia derruida,  de la que solo queda un Cristo crucificado.

Ahora hago un paréntesis para recordar las palabras del Papa Francisco, en su reciente catequesis 22:

"...La Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para todos nosotros, para mí, para ti, para hombres y mujeres en carne y hueso, hombres y mujeres que tienen nombre y apellidos, como yo, como tú.... "... "Así la Palabra de Dios se hace carne —me permito usar esta expresión: se hace carne—  en aquellos que la acogen en la oración. En algunos textos antiguos surge la intuición de que los cristianos se identifican tanto con la Palabra que, incluso si quemaran todas las Biblias del mundo, se podría salvar el “calco” a través de la huella que ha dejado en la vida de los santos..."..."Hoy, aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, se celebra la Jornada de la memoria. Conmemoramos a las víctimas de la Shoah y a todas las personas perseguidas y deportadas por el régimen nazi. Recordar es expresión de humanidad. Recordar es signo de civilización. Recordar es condición para un futuro mejor de paz y de fraternidad. Recordar también es estar atentos porque estas cosas pueden suceder otra vez, empezando por propuestas ideológicas que quieren salvar un pueblo y terminan por destruir un pueblo y a la humanidad. Estad atentos a cómo ha empezado este camino de muerte, de exterminio, de brutalidad."

En medio del holocausto, alguien salva mi vida,  matando a un inocente, porque le ayudé, sin saberlo, a mantener su promesa a su madre. Ahora decido darle el relevo y ofrecer mi vida para mantener su promesa. Al final sigo vivo, soy solo un testigo,  que puede recitar 2.800 palabras, pero detrás de cada palabra hay un nombre, una persona que ha muerto. ¡Ojalá que mi recuerdo,  sirva para construir un futuro mejor de paz y fraternidad, de los seres humanos, hombres y mujeres de carne y hueso!.

Un cordial saludo

S. José



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