domingo, 11 de julio de 2021

La Confesión de Tomas

 Mañana me toca exponer, en mi grupo de oración, este capítulo de la catequesis de los Franciscanos de María, libro VIII capítulo 48 (P. Santiago Martín). 

A continuación escribo mi resumen,  basado en la citada catequesis:

"...Se presentó Jesús en medio  estando las puertas cerradas, y dijo:<< La paz con vosotros>>.

Luego dice a Tomas: <<Acerca aquí tu dedo...; trae tu mano y métela en mi costado...>>. Tomas le contestó: <<Seños mío y Dios mío.>> Dícele Jesús: << Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído>>" (Juan 20,24-29).

En medio: Jesús sigue estando en medio, de una comunidad o grupo, que se reúne unida por el amor a Dios y por el amor reciproco. Somos una comunidad unida... ¡Hemos visto!.

Tomás: Es un apóstol valiente, que anima a otros a acompañar a Jesús a Jerusalén, aunque supusiera morir con él. Es Misionero como se demostró después (India), pero había perdido su Fe. Era un hombre tozudo, anticipo del hombre contemporáneo. Había sido Soberbio.


La verdadera Fe: Es la de Dimas, cree en el Amor de Dios,  cuando está en la Cruz. El sí de María es,  la Fe de los que se abandonan en Dios.

Debemos guardar los momentos de luz, para contrarrestar los momentos de oscuridad.

¿Qué decir a los que dudan de la existencia de Dios y piden pruebas?

La Iglesia es la continuadora de su obra y las heridas provocan la Santidad de la Iglesia.

-Atiende a + de la mitad de los enfermos de Sida, aunque sea odiada por (parte) del movimiento gay.

-Cuida de millones de niños (Parroquias, Colegios, Orfanatos) aunque sea considerada por algunos, como un modelo de protección de pederastas.

-Atiende con amor a millones de ancianos y enfermos, aunque sea identificada por algunos, como un peligro para la salud reproductiva o para los derechos de la mujer.

Pero debemos mostrar también las heridas provocadas, por el pecado de sus hijos pecadores.

Son hijos que prefieren acogerse a la misericordia divina, antes que considerar que lo realizado, no sea pecado.

Nuestro pecado no mancha a Jesús. En la Iglesia tenemos un lugar especial, para los pecadores y enfermos. No para decirles que sigan con su pecado, sino para darles el abrazo del padre al hijo pródigo.

Creemos en la Justicia, no en la venganza. Debemos parecernos a los primeros cristianos: de ellos se decía: "Mirad como se aman".

Un cordial saludo

S. José