Esta película-documental, ha tardado en gustarme. Me parecía lenta y sencilla y seguramente lo es.
Refleja la situación diaria de niños de diferentes culturas, en situaciones extremas de aislamiento y con dificultades para ir a la escuela.
Mi cultura es diferente y no vivo ni he vivido en situaciones extremas, pero contemplo con sorpresa y admiración, como en estos niños, se da lo mejor del ser humano:
Los protagonistas son solidarios, son felices con muy poco y viven una vida de esfuerzo diario voluntario.
Saben apreciar y dar gracias por todo lo que tienen, aunque ante los ojos de mi cultura, tienen muy poco.
La Fe y la oración, les ayuda a superar sus dificultades. Viven en familias, pobres pero unidas y con padres que se sacrifican para que sus hijos vayan a la escuela. Hay un respeto a la escuela y a los maestros que en mi cultura se está perdiendo.
Sus sueños de profesiones futuras están basados en ayudar a los demás y en el respeto por la naturaleza.
Quieren crear un mundo mejor y lo viven con alegría.
Esta película me recuerda que la vida es un camino, que venimos a este mundo sin nada y nos vamos de él, sin nada.
Me he alegrado de verla con mi hija. Todos los padres deberíamos verla con nuestros hijos.
Al final, Camino a la escuela, me ha traspasado el corazón.
Un cordial saludo
S.José
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