Tras recibir esta mañana una sentencia desestimatoria, de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, en relación a un recurso sobre una presunta (y ya no real) responsabilidad patrimonial de la Administración, pensé en titular este post con otro refrán similar, pero construido a modo de maldición.
Prefiero pensar en positivo, aceptar lo que no se puede cambiar y tratar de mejorar lo que esté en mis manos, en todo o en parte.
Encontré esta cita en Internet:
«Pese a la “fiebre legiferante” de los poderes normativos del Estado y
sin perjuicio de la promulgación de excelentes leyes materiales, lo
cierto es que determinadas máximas populares, tales como la de "pleitos
tengas y los ganes", "más vale un mal arreglo que un buen pleito",
responde desgraciadamente a nuestra práctica forense, porque no resulta
exagerado afirmar que nuestra justicia civil es una justicia lenta, muy
cara y, en ocasiones, ineficaz en la práctica» (Vicente Gimeno Sendra,
«Pasado, presente y futuro de la Justicia Civil», Jornadas sobre la Reforma del Proceso Civil. Madrid: Ministerio de Justicia, 1990, p. 93).
Creo que siempre que sea posible, debemos poner todo nuestro empeño en resolver todas nuestras controversias por vía amistosa, con o sin la ayuda de profesionales.
Quiero destacar el papel del mediador, pues es una figura con cobertura jurídica, que no decide por las partes, pero que acerca posiciones y posibilita acuerdos, despojando a la controversia, de la carga emocional, en que siempre se ve envuelta por ambas partes.
La Sentencia comentada en el primer párrafo, me afecta personal y patrimonialmente y tienen su origen en hechos de 1992. En aquella época no podía imaginarme, que iba a acabar colegiándome como abogado y colaborando con un prestigioso despacho.
La experiencia es aprender de los errores y si ya no puedes aplicarla a situaciones similares o idénticas, siempre te queda el consuelo de ponerla al servicio de los demás.
Un cordial saludo
S.José
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